miércoles, 10 de abril de 2013

Mi batalla con las cucarachas en Kazakstán

En Julio de 1991 tuve el placer de tomar un tour por Kazakstán, la tierra natal de Borat:


Este país está ubicado al norte de Turkmenistán,  al nordeste de Azerbaiyán y al sur de Rusia: 

 
En aquella época era conocido por tener mucho petróleo y almacenes de uranio para construir bombas atómicas.  El señor Nazarbayev era presidente durante mi visita, y sigue siendo presidente hoy día.  El  ha utilizado los ingresos del petróleo para mejorar la vida de los kazakstanos de tal manera que en las últimas elecciones gano el 95 % del voto. Dice el gobierno que el 90 % de los ciudadanos registrados votaron, y que este hombre es tan popular que hasta el candidato de la oposición votó por él.
 
¿Como lo hizo? Creo que fue una combinación de gastar dinero, porque controla un país que produce mucho petróleo, un poco de populismo, y por supuesto control de los medios de comunicación, de la policía, del ejército, el sistema judicial, etc.,  etc., etc.  En realidad, quien diablos sabe cuántos votaron y por quien votaron. En países como Kazakstán, lo que cuenta es quién hace el cuento.

Pero tengo que volver al mío:
Resulta ser que en esa época había caído la Unión Soviética y  Kazakstán se había liberado del yugo comunista.  Nazarbayev, que había sido el líder de la Republica Soviética de Kazakstán, pasó a ser el líder de la Republica Kazakstana de Nazarbayev. Para salir del apuro causado por el caos económico después de la caída de la URSS, él anunció  que estaba interesado en la inversión  extranjera, sobre todo en la industria petrolera. Yo trabajaba con una petrolera norteamericana, éramos agresivos y creíamos que los ex soviéticos serian fáciles.  Nos montamos en nuestro TU134 privado (que me dijeron era uno que había utilizado Gorbachov)  y salimos en un  tour de Kazakstán, para ver que podíamos sacar.
Todo fue muy bien al principio. Éramos un grupo de seis, incluyendo un traductor genial, un ruso blanco llamado Ivanov que parecía una morsa de dos metros con traje y corbata. Si lo ven díganle que me recuerdo mucho de él porque era tan macanudo.

Salimos de Moscú, y volamos a Alma Ata (Almaty), la antigua capital, que es una ciudad hermosa. Aun en aquella época podíamos conseguir comida y todo, y los nativos eran súper amistosos, sobre todo cuando veían que teníamos dólares.
Pero después de Alma Ata la cosa se puso un poco fea, y eventualmente llegó a ser horrible. Volamos en nuestro avión a Aktau, que queda en la costa del mar Caspio. Hacía calor, y el lugar era feísimo. Cuando llegamos nos alojamos en el mejor hotel que encontramos, el típico Intourist de aquella época.
Yo llevaba  cajas con agua embotellada, comida para preparar en la habitación, y por supuesto medicinas. Mis compañeros en su mayoría eran unos grillos comparados con mi hormiga, y se reían de mi porque siempre andaba para arriba y para abajo con mis cajas, y hasta cargaba un detector de radiación por si las moscas.
El líder de nuestro grupo era un señor italiano que se llamaba Fred. Fred hablaba ruso, algo que me no me preocupó mucho hasta más tarde, cuando la gente empezó a decir que yo era agente de la KGB. Cuando lo pienso, creo que Fred era de la CIA (no podía  ser agente de la agencia de espías italiana porque ellos no tienen una).
Al llegar al hotel, Fred, que estaba un poco gordo y le faltaba el aire, nos dijo que él iba primero en la cola para registrarse, y pidió la habitación en el piso más bajo, que resultó quedar en la planta baja. Fred se fue muy contento a su habitación, cargando su maletín.
Yo por mi parte quería ganarme la buena voluntad de mis compañeros para ver si me ayudaban a subir mis cajas, y fui el último.  
Cuando llegó mi turno solamente quedaba una habitación en el quinto piso. Imagínense, yo llevaba una maleta enorme, y varias cajas con agua y comida. Pero los otros se habían ido (menos Ivanov). Lo tuve que llevar todo en varios viajes subiendo por la escalera, porque los ascensores no funcionaban, y el único que se molestó en ayudarme  un poco fue el buen Ivanov, que se sentó en el lobby mientras yo trajinaba con mis cajas.
Al final de todo esto estaba bastante cansado, la temperatura era alrededor de 30 grados C  (90 grados F), y eran las diez de la noche. Me di una ducha con agua fría y me acosté en la cama, que era como una cama de hospital pegada a la pared. Como hacia tanto calor, no me cubrí, y me quedé dormido en tres segundos.
De repente sentí cosquillas en la pantorrilla  derecha, la que quedaba contra la pared, cosquillas  que subían lentamente hacia mi rodilla.
El Intourist tenía un sistema para encender la luz muy práctico. El único bombillo colgaba por un cable desde el cielo raso, y disponía de un cordel que caía  al lado de la cama. Me senté y halé el cordel para ver el por qué de las  cosquillas, y vi horrorizado que tenía una cucaracha enorme erguida sobre mi rodilla, frotándose las manos antes de morderme o lo que sea que ese maldito bicho pensaba hacer.  Reaccioné rápidamente y le di un golpe estilo karate con el filo de la mano.  La  mandé al coño de su madre.  ¡Entonces vi otra cucaracha en la pared!

 
Busqué en una de mis cajas el atomizador de veneno para insectos, le di un poco a la cucaracha para que oliera y esta cayó revoloteando en el piso, donde procedí a aplastarla cuidadosamente con el tacón de mi bota. Fue un poco exagerado matarla dos veces, pero ya me tenían bastante enfadado.
Después de meter los dos cadáveres en el inodoro limpié mi rodilla y el suelo,  le di una mano de pintura a la habitación con la botella de veneno para insectos, apague la luz y me volví a acostar. Pero me quedé despierto,  estaba un poco nervioso pensando que posiblemente no le había aplicado suficiente veneno a la pared. Me puse paranoico y tiré del cordelito para encender la luz…imagínense mi sorpresa, porque habían salido cinco o seis cucarachas y estaban en la pared, esperando a que me durmiera para después morderme.
Brinqué de la cama otra vez, les di veneno del atomizador, y observé que se morían revoloteando como la primera. Pero pensándolo bien me di cuenta que estas cucarachas kazakstanas eran muy vivas y caminaban sobre la pared envenenada sin problemas (probablemente porque el veneno se les pegaba a las patas pero no se las lamian, o porque llevaban botas puestas, quien sabe).
Esto me puso a pensar, y realicé  un experimento…me acosté en la cama, apagué la luz, y fingí estar dormido. Después de unos dos minutos encendí la luz, y efectivamente la pared estaba cubierta de cucarachas. Pero esta vez me quedé tranquilo y observé que al verse iluminadas se escurrían hacia una grieta en la esquina, y desparecían. Hice un cálculo rápido del volumen del edificio, y vi que no tenía suficiente veneno para vencerlas. Tenía que utilizar un método diferente. Entonces decidí utilizar un sistema menos letal pero más sencillo…saqué una venda para los ojos de una de las cajas, y me acosté con la luz prendida.
El truco funcionó muy bien, y dormí el resto de la noche como un bebé. Por la mañana bajé al lobby, y me encontré con mis compañeros de viaje. Todos habían dormido muy mal, la mayoría porque los mosquitos los habían picado, o por las cucarachas. Pero el que estaba en la peor condición era Fred. Tenía los ojos rojos, no se había afeitado, y olía a humo. Imagínense mi sorpresa cuando le pregunté si los mosquitos y las cucarachas lo habían mantenido despierto  y me respondió:
“Ni hablar de eso, mi habitación tenía una grieta en el piso, de donde empezaron a salir ciempiés enormes enseguida que prendí la luz. No podía apagarla porque si lo hacía salían cucarachas, y para colmo me estaban comiendo los mosquitos. Así que rellené la grieta con papel y le prendí fuego. Pasé toda la noche haciendo una fogata”.
El pobre Fred había querido la habitación en la planta baja,  que resultó  ser la peor y  más barata porque no tenía  brisa y estaba llena de bichos. Durante el resto del viaje nos dimos cuenta que el pobre hombre era un abogado muy bueno y   conversaba muy bien en ruso, pero no era práctico, como nosotros que éramos petroleros y estábamos acostumbrados a sobrevivir como fuera.
 Cuando lo pienso mejor,  no creo que el haya sido agente de la CIA, era bastante chiquito y gordito, y no se parecía en nada a James Bond. Más bien se parecía a Danny Devito.

1 comentario:

  1. Es lo mas comico que he leido en muchos años. Gracias!

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